La incipiente revolución de la madera en la construcción

2022-09-23 18:39:43 By : Ms. Binger Binger

Frente a la enorme huella de carbono del hormigón para la construcción, arquitectos e ingenieros abogan por rescatar la tradición y reemplazarlo con madera estructural para todo tipo de edificaciones

Un laberinto de hormigón. Para bien y para mal, esta ha sido la imagen reproducida desde hace más de un siglo para evocar la modernidad o el futuro. Desde que se empezó a usar de manera ubicua en el siglo XIX, se ha dado por sentado que es el material ideal para erigir grandes edificaciones gracias a su solidez y durabilidad. Sin embargo, en los últimos años, arquitectos, ingenieros y conservacionistas que abogan por la arquitectura verde han puesto en duda su uso por la ingente contaminación que genera su producción. La solución que proponen tiene el potencial de reducir enormemente las emisiones del sector de la construcción globalmente, así como reducir costos y crear edificios más estéticos y armónicos para las personas. Este revolucionario material en realidad ha estado a nuestra disposición desde siempre: la madera. 

Pero la tarea de desplazar al hormigón como el material hecho por el hombre más utilizado en el mundo no es fácil. Tras ser inventado por los romanos, su uso explotó en plena Revolución Industrial con la aparición del cemento -una forma todavía más fácil de producirlo-. Sus ventajas son claras. Es barato, simple -solo se necesita polvo de piedra caliza y arcilla, agua y piedras pequeñas o arena-, y duradero. Además, si se usa junto con el acero, es extremadamente fuerte y flexible, ideal para altas edificaciones, una característica tan deseada en esta era de grandes urbes y alta densidad poblacional. Desde un punto de vista práctico, es difícil objetarse a él.

De hecho, los arquitectos e ingenieros del siglo XX y XXI lo han abrazado enérgicamente y sin titubeos. La producción de hormigón se ha multiplicado por treinta desde 1950 y por cuatro desde 1990. Sin embargo, el precio a pagar por este frenesí constructor basado en el hormigón es un impacto medioambiental escandaloso. Se estima que la industria del cemento produce alrededor del 8% de las emisiones globales. Eso es más dióxido de carbono que la aviación (2.5%) y que todos los países del mundo, excepto Estados Unidos y China. Ante estos datos se hace evidente que un cambio de prácticas en la construcción es necesario si es que vamos a reducir nuestra huella de carbono a nivel global.

A primera vista las alternativas al hormigón parecen limitadas, pues ningún otro material ofrece las mismas posibilidades en términos de coste y eficacia estructural. Últimamente, sin embargo, se han reforzado los argumentos de quienes defienden la madera como el material de construcción del futuro con más y más proyectos que lo usan como elemento básico. Hace dos años, por ejemplo, se rompieron las barreras de lo que se consideraba posible cuando se completó el edificio más alto construido con madera: el Mjøstårnet en Brumunddal, Noruega, que utiliza madera laminada cruzada (CLT por sus siglas en inglés) para alcanzar los 85.4 metros de altura. En España, por su parte, la demanda también está creciendo.

Lejos de ser un endeble esqueleto de palos, los últimos avances en la tecnología maderista producen edificaciones fuertes y resistentes. El CLT es el método más común para lograrlo. Consiste en tablas de madera recortadas y secadas, pegadas unas encima de otras en capas perpendiculares. Apilándolas de esta manera se forman grandes losas, columnas o vigas de grosores variables, unidades estructurales independientes que, a diferencia del laminado tradicional empleado para suelos, son tan rígidas que pueden igualar o incluso superar las prestaciones del hormigón y el acero.

Luis Javier Aguilar es uno de los socios del estudio madrileño de arquitectura sostenible y de bajo consumo Positive Livings, y la madera es uno de los materiales a los que más recurre. «La podemos usar de varias formas. Uno es el CLT y esta se usa como elemento estructural, es decir como muros de carga para construir la vivienda. Viene normalmente en espesores de entre 10 a 16 cm, en función de la necesidad. Pero también hay otro entramado ligero, que es un tablero de madera donde dentro ponemos aislamiento y luego otro tablero, además de un aislamiento exterior adicional. Luego también hay un tema estético, porque la solemos dejar vista al interior, y eso aporta un elemento de confort adicional».

Pero esas no son las únicas ventajas de la madera como material en la construcción. En contra de la intuición, el CLT es altamente resistente al fuego. Ha pasado fácilmente pruebas en las que es expuesto a altas temperaturas; se quema únicamente la superficie y de manera uniforme, dejando intacta la estructura. El acero, en cambio, una vez cede, pierde su fuerza y debe ser derribado. Asimismo, pruebas de terremotos realizadas con construcciones de CLT, u otros sistemas similares, han concluido que aunque sí presentan daños, estos son mínimos y corregibles, a diferencia de lo que le sucede al hormigón, que una vez se agrieta es estructuralmente inservible.

Por otro lado, añade Aguilar, la construcción con CLT es más rápida, tiene menos coste laboral y genera menos residuos. “Es un sistema preindustrializado. Es decir, el proyecto se elabora como si fuera una maqueta y lo encargamos de fábricas que lo envían ya cortado en tamaño real, entonces en cuanto llega, en una semana se monta. Viendo la sostenibilidad como ahorro de tiempo y de energía, con esto también ganamos”. Además, el uso de tecnología de punta permite producir piezas exactas, con sus aperturas para puertas, ventanas o sistemas eléctricos, reduciendo prácticamente por completo los residuos materiales. Con todo, algunos expertos auguran que el sistema significará que se podrán construir millones de viviendas estandarizadas y personalizables veloz y económicamente, de manera similar a cómo funciona el modelo de IKEA con muebles.

Si bien el potencial de la madera como material de construcción es excelente a nivel estructural, si va a ser la solución para reducir las enormes emisiones actuales del sector debe también cumplir las pruebas ambientales. A simple vista el balance de emisiones es mucho mejor que los métodos tradicionales. Cortar árboles y producir las láminas de CLT requiere una ínfima fracción de la energía necesaria para hacer cemento y acero -que involucran minería para conseguir los recursos básicos, fábricas muy contaminadoras para procesarlos y mucho transporte pesado para llevarlos al lugar de la obra-. Además, es una manera de retener carbono fuera del ambiente durante más tiempo pues la madera en sí contiene carbono que se ha retirado de la atmosfera y se almacena en su misma composición física.

No obstante, para obtenerla en primera instancia hace falta talar árboles, una acción un tanto contra-intuitiva en la lucha climática para cualquiera que haya oído hablar de la deforestación. Sin embargo, Aguilar asegura que esto también se está teniendo en cuenta. “El control es absoluto. No es que se talen árboles del monte y ya. Al final, a nosotros nos exigen garantías del procedimiento y toda la trazabilidad de la madera. De hecho, uno de los problemas que estamos encontrándonos ahora es que la demanda está creciendo y no hay suficiente”.

Si la tendencia se mantiene se tendrán que sembrar millones de árboles para satisfacer las necesidades de constructores. Y, ya que, como menciona Aguilar, este proceso está fuertemente supervisado para mantener los estándares medioambientales y no contribuir a la deforestación, puede ser un paso hacia una reducción neta del carbono en la atmósfera. Además, sería un excelente ejemplo de cómo combinar tecnología de punta con prácticas tradicionales para crear sistemas que son, a la vez, más eficientes y más sostenibles. En otras palabras, la construcción en madera es un gana-gana, visto desde cualquier punto.

Recibe el boletín de actualidad