Las 100 mejores películas españolas de la historia

2022-08-19 18:26:05 By : Mr. John Ren

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Una lista para mostrar a todo aquel que ose decir que "el cine español no es bueno" y preguntarle después cuántas ha visto.

El cine español... ese maravilloso gran desconocido. Una cosa muy española, todavía más que nuestro cine, es lo de criticarnos a nosotros mismos y el cine español no es la excepción. La historia de la cinematografía de nuestro país y su recepción de público está lamentablemente muy marcada ideológicamente. Primero hubo una dictadura que borró (o eso quiso) todo lo anterior, luego un cine de la transición que dejó a las décadas de cine del franquismo en el cajón de lo rancio y, finalmente, un cine cada vez más diverso y de extremos en el que rara vez se encuentran calidad y público, dejando las joyas para unos pocos y haciendo creer a los que critican sin saber que esa película, que debería haber ido directa a televisión, es lo mejor que sabemos hacer.

Nuestro cine tiene una historia muy compleja y poblada de desastres, pero también de maravillas por descubrir, reivindicar y recordar. Hay mucho y muy bueno y os lo decimos después de tener que dejar fuera de esta lista de cien películas infinidad de títulos con mucho dolor. Sin embargo, como siempre tenemos que decir en estas selecciones, creemos que son todas las que están pero sabemos que no están todas las que son. Advertimos, además, que hemos decidido centrarnos en los largometrajes, dejando a un lado los cortometrajes y los mediometrajes salvo un par de excepciones que, por contexto histórico y época, podemos contar como películas de pleno derecho. Es decir, aquí no hay importantes obras de nuestro primer cine, cortos de Segundo de Chomón u obras de arte fundamentales para el Siglo XX como 'Un perro andaluz'. Y no porque el largo sea superior en algo más allá que en la duración al cortometraje, si no porque de ese modo no acabaríamos nunca. También hemos dejado fuera producciones televisivas (por eso no encontrareis 'La cabina'), pero sí que hemos intentando aunar lo mejor de cada casa, comedias, musicales, thrillers, terror, documental, cine experimental, cine político... En definitiva, que no queremos que el objetivo de esta lista sea limitar a 100 las mejores películas del cine español, sino utilizar esta centena de obras para reflejar su riqueza, y lo que todos tenemos todavía por descubrir.

Considerado ampliamente como el mejor largometraje español de la era muda, aunque nos hemos saltado los cortometrajes (y con ellos el trabajo excepcional de Segundo de Chomón), era evidente que la cinta de Florián Rey tenía que estar. Estamos ante una drama rural que podría funcionar perfectamente como precuela fantástica de ‘Surcos’ (por soñar que no quede). Como curiosidad, esta historia de desamor, pobreza y superstición tuvo su remake en la época franquista, de nuevo con Rey a los mandos, pero no alcanzó la magia muda de la original.

De nuevo, la duración de este mediometraje de 30 minutos nos ha hecho dudar, pero no podíamos dejar fuera de las mejores películas el que probablemente sea el documental más grande de la historia de nuestro país y, junto con ‘Nanuk, el esquimal’ o ‘Häxan. La brujería a través de los tiempos’, una de las bases capitolinas del cine de no ficción en sus inicios. Antes de que existiese eso llamado neorrealismo y la gente entendiese de verdad a Charlie Chaplin, Luis Buñuel, el mayor genio de nuestro cine, se despidió de nuestro país durante varias décadas capturando con cruda poesía la extrema pobreza de esta comarca de Cáceres.

Aunque la versión que dirigió Sáez de Heredia en 1963 con Concha Velasco y Vicente Parra al frente se encuentra mejor posicionada en la memoria popular, la versión republicana de Perojo, la primera de la más mítica de las zarzuelas, sigue siendo un monumento de viveza, alegría, humor y ritmo que, demasiado a menudo, creemos no existía en el clásico cine español. Hay musicales de Fred Astaire y la Metro bastante peores.

Icono absoluto del cine republicano, por supuesto también tuvo un remake mucho más olvidable en la era franquista. Nos quedamos, sin embargo, con este símbolo del final de la II República, una historia de pillos, engaños, humor, amor y música, con sorprendente mensaje anti racista (en relación al pueblo gitano) para la época y una Imperio Argentina mucho más inmensa que esa coletilla de “obsesión de Hitler” por la que siempre se la recuerda.

Tras dos pases en París en 1939, el Gobierno franquista exigió su censura. Durante la II Guerra Mundial se destruyeron todas las copias conocidas pero una bobina mal etiquetada salvó esta inmensa joya sobre la lucha del bando republicano en la Guerra Civil. Una obra apabullante, emocional y tremendamente vanguardista a la par que realista, ‘Sierra de Teruel’ no se vio en España hasta 1978. Ya tardamos en recuperar el tiempo perdido.

En el oscuro franquismo de posguerra, la figura de Edgar Neville, un adelantado a su tiempo, se emerge como la gran luz en la oscuridad. La viveza y originalidad de su cine eran únicas, y lo siguen siendo. Todavía hoy no lo reivindicamos demasiado, quizás porque su nombre lleva a engaños en cuanto a eso de español (nació y murió en Madrid). Veremos más obras suyas a continuación pero solo con esta, algo así como ‘El gabinete del Doctor Caligari’ de nuestro cine, una historia sobre hipnotismo, sociedades secretas y romance, se merece más de una plaza en el centro de la capital. Eso sí, si nos ponemos puntillosos y no perdonamos el año de producción de la cinta, hemos de admitir que tiene una lectura antisemita evidente.

Seguimos con Neville y con una Screwball Comedy que si la hubieran protagonizado Cary Grant y Katherine Hepburn saldría cada año en los calendarios de Fotogramas. Una “adivina del pasado” (sí, como lo leéis), le cuenta a una viuda reciente (la enormemente bella e inteligentísima Conchita Montes) en un viaje en tren como hubiera sido su vida si se hubiera casado con su otro pretendiente. Más allá de las deliciosas citas y los afinados diálogos, sin olvidarnos del juego de flashbacks, nos quedamos con la velada pero brutal crítica a la sociedad de provincias y a esa manía tan patria de criticar por criticar.

Ya os advertimos que Neville iba a hacer, al menos, triplete. Y nos hemos dejado fuera, por mesura, ‘Verbena’ (1941) y ‘Domingo de Carnaval’ (1945). Pero nos quedamos con esta obra que, de nuevo, es única. Hablamos de la adaptación de una historia real capaz de mezclar comedia castiza con la mejor intriga hollywoodiense. Figura, además, un uso de flashbacks contradictorios que ríete tú de Kurosawa y ‘Rashomon’ (perdón, que nadie se ría de ‘Rashomon’ y menos aún de Kurosawa).

Demasiado a menudo echamos al mismo cajón de productos olvidables todo un género, por comercial o chabacano. Pues hemos de rescatar, como poco, una película de las llamadas “de folklóricas”. Carlos Serrano de Osma creó para el lucimiento de Lola Flores y Manolo Caracol una de las cintas más estéticas y visuales de todo nuestro cine, Entre encadenados y mágicas actuaciones de la faraona se cuenta una historia, cuanto menos notable, de amor, obsesión, éxito y alcoholismo.

Todo cinéfilo se ha enamorado alguna vez de ‘Cinema Paradiso’, y con razón. Pero habría que haber llegado antes a este emotivo, fantástico y metatextual homenaje al séptimo arte que no solo precede a la cinta italiana en varias décadas sino que la supera. Fernando Fernán Gómez encarna a un hijo del cine (tanto literal como figuradamente) en una vida con amor, pasión, sufrimiento y sí, también la guerra. Vamos, una vida de cine. Por supuesto, Llobet-Gràcia se arruinó con esta cinta y no volvió a dirigir un largometraje. No olvidemos que esto es cine español, un disparo en el pie tras otro.

El primer gran clásico del cine franquista, régimen que vio en esta epopeya sobre el éxodo rural una historia de interés y, en contra de lo habitual, acertó de pleno. ‘Surcos’ fue todo un soplo de aire fresco en un cine español de posguerra que, gracias a él, pudo abandonar, más o menos, el carácter propagandístico en busca de historias más humanas y reales. Lo logró con un drama impecable sobre una familia que deja el campo por la ciudad en busca de una vida mejor y, uno a uno, van cayendo en desgracia.

Melodrama que podría haber firmado Dieterle o Sirk pero que, podemos sacar pecho, creó Manuel Mur Oti. La historia trata sobre una joven tan buena como inocente, engañada cruelmente por un amor epistolar que en realidad no existe. Una auténtica obra rompecorazones llena de potencia, rebeldía, momentos de auténtica catarsis y una Susana Canalejas tan inmensa que casi, casi, nos hace no nombrar también lo excepcional que está Fernando Rey. Denle más ensaimadas y café con leche, por favor.

Deberían quitar el carné de identidad español a todo aquel que no haya salido nunca a un balcón sin hacer la broma del “como alcalde vuestro que soy…”. En fin, qué podemos decir de la primera gran obra maestra de Berlanga que no se haya dicho ya... Repitiéndonos, diremos que es una afilada comedia sobre una España que buscaba la aceptación internacional tapando los atrasos de una sociedad estancada. También, un recordatorio de nuestro cine de que volverse americano no es solución a nada. Pero, hasta sin pensar en nada de eso, es simple y llanamente divertidísima y José Isbert se queda en el corazón de todo el que la ve de por vida, y con razón.

Cuando ves ‘Muerte de un ciclista’ te provoca siempre la idea de “yo pensaba que una película así no se podía haberse hecho aquí, y en esta época”, Una idea que se repite en lo mejor de la filmografía de Juan Antonio Bardem pero que aquí brilló antes y con más fuerza que nunca. El atropello accidental de un ciclista por una pareja de amantes da pie a una serie de catastróficas mentiras (y desdichas) en todo un cóctel de drama, crítica social, misterio y amor que adelantó un poco (bastante) el reloj de la modernidad en nuestro cine.

Emma Penella (sí, Concha de ‘Aquí no hay quién viva’) y Arturo de Córdova nos regalaron uno de los mejores relatos de misterio, con toques de cine negro, de la historia del cine mundial. Uno del que no podemos decir nada porque las sorpresas y los giros narrativos comienzan muy pronto y acaban muy tarde. De nuevo, en nuestro énfasis por no destripar a nadie este regalo de la mejor ficción, diremos que hay un gran juego de flashbacks, una mirada ácida hacia los bajos fondos de la época y su aceptación social y bla bla bla, lo importante aquí, sinceramente, es lo interesante que es este “crimen” por resolver.

Tras el clásico ‘Marcelino, pan y vino’ (que no nos ha entrado en la lista), Pablito Calvo volvió a trabajar con Ladislao Vadja en este relato sobre la pobreza y el amor entre un niño y su tío, torero arruinado. Es, para que nos vamos a engañar, la versión española y torera de ‘Ladrón de bicicletas’, pero si todas las adaptaciones fuesen tan libres, personales y sobrecogedoras como esta… Bueno, este listado no podría haberse limitado a cien.

En una lista que tiene “mejores de la historia” en el titular permitidnos seguid con los títulos absolutos y mayúsculos y decir que estamos escribiendo bajo el título del mejor melodrama de la historia del cine español. Protagonizada por la americana Betsy Blair (eterna también en ‘Marty’), habla de la broma pesada de los hombres de un pueblo,ilusionando a la solterona de la que se burlan con un falso amor. Una traición que adquiere grados de drama casi operísticos y que, por extraño que suene, rompe corazones pero enaltece dignidades.

Tras Betsy Blair seguimos con los protagonistas anglos y es que esta particularísima obra de Berlanga, puro realismo mágico, está protagonizada por Edmund Gwenn. El británico encarna a un sabio de la energía nuclear que oculta sus potencialmente peligrosos descubrimientos en un pueblo costero mediterráneo repleto de gente encantadora, disparatada y, bueno, berlanguiana (ya que la RAE añadió el término al diccionario, dejadnos utilizarlo).

Nos agarramos cual clavo ardiente al carácter de co-producción de esta obra suiza- alemana del oeste – española del director húngaro (españolizado) con reparto alemán. Simplemente porque cuando nos conviene hemos de barrer para casa y todos deberíamos de querer que este excepcional relato policiaco, quizás lo mejor del género fuera de Hollywood desde ‘M, el vampiro de Dusseldorf’ (1931) tenga la etiqueta de "cine español". La historia de este comisario jubilado en busca del verdadero asesino de una serie de niños y niñas tuvo en el 2001 un remake dirigido por Sean Penn y protagonizado por Jack Nicholson llamado 'El juramento' ¿Suena bien, no? Pues esta vez admitimos que sí, pero sigue quedando muy lejos de la original.

Bien es cierto que el cine español ha tenido que ver como un genio como Buñuel tenía que desarrollar la mayor parte de su enorme carrera en Francia y México pero, al menos, fichamos a gente como a Vadja o al mismo Ferrari para la causa. Sus dos –itos son clásicos inmortales del cine español y por supuesto que ‘El pisito’ iba a figurar aquí. Estamos ante una comedia muy negra sobre una pareja que ya lleva doce años sin poder casarse por la imposibilidad de encontrar un piso decente que puedan permitirse. El guion, obviamente, lo firma Rafael Azcona, para qué decir más.

El otro –ito era, por supuesto, ‘El cochecito’, la mejor droga para los que se quedaran enamorados de José Isbert tras ‘Bienvenido, Míster Marshall’ y ya hayan visto mil veces (como debería ser) ‘El verdugo’. Aquí tenemos un nuevo oscuro y negrísimo relato con mucho humor y mala leche sobre un anciano obsesionado con un coche a motor para salir con sus amigos. Tiene secuencias descorazonadoras pero también encantadoras y nos recordó mucho antes que ‘Arrugas’ (por avanzar un título futuro de la lista) que la vida anciana debe seguir siendo vida.

Agarrémonos a la silla porque en 1961 se estrenaron dos de las cinco (siendo cautelosos) mejores películas de la historia del cine español. Ahora nos toca hablar de esta, de la mejor película navideña de todos los tiempos junto con ‘Qué bello es vivir’. La española te quita la fe en la Navidad y la americana te la devuelve, como debe ser. En definitiva, que este clásico nacido de la campaña “siente a un pobre a su mesa” es un festival de diálogos afiladísimos, de planos secuencia inmensos y de interpretaciones grupales increíbles. En Navidad, regalemos ‘Plácido’.

Cuesta encontrar una lista en la que la cinta con la que Luis Buñuel volvió al cine español para ganar una Palma de Oro y volver a ser vetado hasta la muerte de Paquito no esté como la número uno. Hablamos de una de esas obras colosales, inmensas, eternas. De esas pocas que, si no existiesen, el cine realmente sería algo más pequeño, algo menos importante. Buñuel, a través de la historia de una novicia y sus parientes (enormes Rabal y Rey) nos retrató la humanidad, así, en general y en detalle. Todo, como ocurre con el libro ese medio famosete de un hidalgo manchego, está aquí.

Aunque cuando le dejaron, el cine de Forqué tiró por derroteros más eróticos que cómicos, nos regaló la mejor comedia clásica de los sesenta en España. Puede que Berlanga, Azcona, Ferrari y compañía tengan más cosas que decir, pero quizás también es que las decían más alto. Hablamos de una comedia en la que unos empleados de banco deciden robar su propia sucursal, la hicieron en una España dónde el Comunismo estaba más que prohibido, y encima consiguieron hacer reír a todo país. Claro que con armas de primer nivel como José Luis López Vázquez, Cassen, Gracita Morales, Manuel Alexandre, Alfredo Landa, Agustín González o Lola Gaos todo es más fácil.

Bueno, si alguien piensa un poco a la hora de responder ‘Viridiana’ a la pregunta de “cuál es la mejor película del cine español” es porque existe este monumento de Berlanga y Azcona contra la pena de muerte. Cargado de un humor deliciosamente cruel y empático, la cinta nos lleva hacia la historia del ascenso de enterrador a verdugo del protagonista. Por supuesto, contra su voluntad, pero llevado a ello por los devenires de una vida burlona y cruel. De nuevo, sobran las palabras, especialmente si estamos de vacaciones en las Cuevas del Drach.

Corinne Marchand, la llamativa actriz francesa que inmortalizó Agnes Vardá con ‘Cleo de 5 a 7’, es la pieza que provoca el escándalo en un pequeño pueblo. Bueno, eso diríamos de primeras, por supuesto el escándalo es la atrasada mentalidad de todos y cada uno de sus criticones y puritanos habitantes. Hombres tan respetables como puteros y mujeres tan decentes como amargadas que, sorpresa, echan todos sus males ante una joven que vive y se divierte sin importarle lo que digan las viejas del visillo. Bardem, además de retratar el carácter opresivo e injusto de las apariencias sociales en la España de la época, se las arregló para crear una bellísima historia de amor secundaria. Así, de regalo.

Excepcional adaptación de la obra de Miguel de Unamuno, ‘La tía Tula’ es simple y llanamente una de las mejores películas de nuestro cine aun contando únicamente con los dedos de las manos. Aurora Batista encarna el rol titular de este historia, más de obsesión que de amor, sobre un hombre viudo que ha de convivir con la hermana de su esposa, que se encarga de sus dos hijos… Y de él. Con los años su giro final es todavía más violento, insultante y profundamente dramático.

Fernando Fernán Gómez no solo fue el actor más grande de nuestro cine si no que, con poco éxito comercial, fue uno de nuestros directores más atrevidos. Parece que actuaba en todo lo que podía aguantar, pero en cambio dirigía obras locas e imposibles que, sin su sacrificio, no existirían. Esta historia sobre un misterio rural parece, no sabemos cómo, una especie de precuela castiza y realista de ‘Encuentros en la tercera fase’. Que sí, que suena muy loco y no lo decimos porque haya alienígenas o viajes en el tiempo, si no por esa capacidad de parecer una ventana hacia algo único, irrepetible y rabiosamente particular.

Otra ruina económica de Fernán Gómez que tuvimos la suerte de recuperar, medio siglo después, tras haberse estrenado en su momento en nada más que en dos pases casi privados. No interesaba, por supuesto, por su brutal retrato de la machista sociedad de la época, en donde el hombre era un jugador empedernido repleto de masculinidad tóxica y las mujeres se debatían entre ser esposas sin vida o putas repudiadas. Brutal, cruel y certera, su recuperación en forma de estreno tardío es lo mejor que le ha pasado al cine español en décadas.

Carlos Saura, Pedro Almodóvar y Víctor Erice son los tres grandes nombres en los que nuestra filmografía se apoya en el fin y tras el franquismo. Saura llegó primero con esta mítica cinta sobre un día de caza de tres amigos que va derivando en una oscura y peligrosa jornada. Que el escenario de la cazaría sea el mismo que el de una batalla de la Guerra Civil es el contexto justo a una historia que tiene en los secretos de sus personajes su gran baza argumental.

Perdonad si antes hemos querido resumir el cine español de la transición en solo tres nombres, no tardamos ni un puesto más en hablar de otro imprescindible. Aunque quizás sea más recordado por sus documentales (por colocarles un término), Patino creó una obra fundamental y tremendamente política (aunque de manera velada) sobre el sufrimiento de un joven de vuelta a España, en plena posguerra, que le escribe a su enamorado, en el extranjero, como la vida aquí se estanca y oscurece.

Puede que esta sea la obra menos conocida y más underground de la lista pero también es una de las más importantes. Es algo así como la ‘Shadows’ española, la primera película realmente independiente del cine español. Creada con muy poco dinero y mucho conocimiento cinematográfico (la puesta en escena es todo un homenaje a Ozu), Viota relató una historia creada con fragmentos, algunos cruciales y otros políticamente triviales, sobre dos amantes que residen en un hostal, ocultando a la casera su relación.

Otra pequeña redención en esa enorme mancha que es la ausencia de producciones españolas en la filmografía de nuestro más grande cineasta. Aquí, entre Francia y Italia, y con Catherin Deneuve al frente, Buñuel demostró su profunda comprensión y gusto por la obra de Benito Pérez Galdós con esta adaptación sobre una bella joven que se convierte en la obsesión de su “padre adoptivo”. En esta película se dice “Soy tu padre y tu marido, y hago de uno u otro según me conviene”, y hasta después de escribir tal barbaridad de sentencia nos quedamos sin palabras que añadir.

España siempre ha sido tierra de extraordinarios documentales y una muestra más es este brutal retrato de Jacinto Esteva de diversas fiestas regionales, las llamadas fiestas de pueblo de toda la vida. A través de estas celebraciones, asombrosas cuando se ven en cámara, se crea un fresco de esa España en la que nos seguimos convirtiendo en pos de la tradición durante unos días. Por supuesto, alguna de las celebraciones aquí presentadas ya están prohibidas, otras asombrosamente no. A través de un ritmo casi operístico y de un carácter etnográfico hacia algo tan bizarro que, aún por conocido es tan extraño que parece experimental, ‘Lejos de los árboles’ es una mirada imprescindible a España.

Pere Portabella es también un imprescindible del cine del final del franquismo en adelante. Además de sus obras directamente políticas, tenemos que destacar las más experimentales. Curiosamente, tanto esta como ‘Vampir, Cuadecuc’ giran en torno a la figura de Drácula y, asombrosamente, tratan sobre el ahogo social del franquismo. Un grito de auxilio disfrazado de paseos de Christopher Lee que los censores no pillaron. El célebre Jonathan Rosenbaum, pese a ser de Chicago, dijo al vuelo “una declaración polifacética de desesperación política frente a la España franquista”.

Diremos desde ya que otra herida sangrante en la historia del cine español es que Víctor Erice haya podido o querido realizar únicamente un largometraje al completo (este), un largometraje del que se quedó sin rodar la segunda mitad del guion (‘El sur’) y un largo documental (‘El Sol del membrillo’). Con tan poco le ha bastado para convertirse en un cineasta fundamental del cine mundial. En una confesión más personal y subjetiva, diré que ‘El espíritu de la colmena’ me parece la mejor película a color de la historia de nuestro cine. La historia, a medio camino entre el realismo y la pura magia, consigue trasmitir un asombro al verla similar al de una eterna Ana Torrent viendo ‘Frankenstein’. Es magia, es drama, pero sobre todo es mirada, puro cine.

La carrera de Carlos Saura brilló en los años setenta de la mano de su colaboración/ relación con Geraldine Chaplin. Aquí la hija de la leyenda encarna a una joven institutriz encargada de cuidar de tres hombres absolutamente extravagantes, cada uno representante de un tótem de la España franquista: el ejército, la iglesia y la represión sexual. Un relato entre Buñueliano y Bergmaniano en el que se nota también el guion de Azcona.

Más bergmaniana pura que la anterior (y también explícitamente proustiana), el más claro referente de esta cinta es ‘Fresas salvajes’. José Luis López Vázquez vuelve a la casa de su infancia para vivir, a la vez, en dos tiempos, su niñez en plena Guerra Civil, y su melancólica madurez. En ambas, lo más luminoso de su vida es su Prima Angélica, primer y, por lo visto, último amor.

Lola Gaos regaló una de esas interpretaciones legendarias sin las que no podemos imaginar esta dramática y tensa historia repleta de violencia y sexualidad. Todo a través de de la historia de un cazador furtivo que acoge en su casa a una joven huida de un reformatorio, y liada con un delincuente. Pero, por supuesto, el verdadero peligro para todos es la madre del cazador. Una auténtica película experiencia.

En el extranjero el cine español es reconocido por la calidad de su cine de terror, más fácilmente exportable que otros géneros. Sin embargo, si tenemos que agarrarnos a un clásico del género por encima de todos lo hacemos ante esta original historia de Chicho Ibáñez Serrador, un heterodoxo slasher (antes de que se inventara el término) en donde el terror lo causan adorables niñitos en un pueblo veraniego. Para ver y no creer, hasta después de verla, claro.

Nadie, quizás nadie excepto Chávarri, se podría haber imaginado que de entrevistar a la viuda y los hijos de un poeta saldría otra de las joyas más inclasificables de la fabulosa no ficción española. ‘El desencanto’ y las declaraciones y reflexiones de la familia Panero deberían poblar las camisetas y los estados de las redes sociales de medio mundo. Algo así como la versión buena de 'Tiger King'.

Realizado en 1971 pero no estrenado hasta después de la muerte del dictador, Patino logró narrar la Guerra Civil y la derrota final a través de canciones populares, creando un lienzo folklórico y musical del mayor acontecimiento histórico del Siglo XX en nuestro país. El resultado es una película bélica, musical y documental.

El único defecto que tiene esta película es que es imposible no acabar cantando durante un par de días el ‘¿Porqué te vas?’ de Jeannette. Ana Torrent y Geraldine Chaplin son madre e hija en un relato de recuerdos y fantasmas en donde la muerte y la infancia bailan una extraña e hipnótica danza, la de la madurez.

Probablemente la cinta política más importante y trascendental de la historia del cine español, es un retrato de los debates de los diferentes estamentos de la izquierda (el PSOE, IU, los diferentes sindicatos) en plena transición. Una ventana única e imperdible hacia las conversaciones que marcaron nuestra historia, una privilegiada silla en las mesas que cambiaron, más o menos, el país tras una larga dictadura.

Berlanga y Azcona liberados de censura nos regalaron, de primeras, el comienzo y la mejor de su trilogía nacional. Un fin de semana de caza de lo más esperpéntico en donde el humor más ácido deja entrever un esclarecer retrato de la sociedad española y su batalla de poder entre el capital, la aristocracia y la influencia política.

Una vez oí decir (al doctor en cine y profesor de la UC3M Gabriel Doménech concretamente) que la mítica película de culto de Iván Zulueta trataba “sobre la vampirización de la imagen fílmica”. Han pasado ya varios años desde entonces y no he conseguido mejorar la exactitud de esa definición. ‘Arrebato’ no es una película de culto, es un culto, el único bueno que hay, el del cine.

Ni en esta época, ni en esa, ni antes ni después uno puede imaginar la historia de amor entre un viudo maduro, solitario y excéntrico, y una preadolescente caprichosa y posesiva de manera tan encantadora, sutil, moral y humana. Quizás moviendo una sola coma del guion o cortando un solo plano la cinta sería un escándalo abyecto pero no, todo funciona, todo encaja y todo es provocadoramente comprensible y humano.

La cinta de Pilar Miró no solo es una de las películas más polémicas de la historia de nuestro cine. Por supuesto, sus fallidos intentos de censura dejaron claro al régimen restante que la libertad había llegado a España, también al cine. Pero, además, es un certero retrato de un cruento hecho real, elegante y precisamente reflejado cual cirujana por Pilar Miró. Y no, la comparativa no es casual.

Desde luego no hay una cinematografía con un campo documental (o de no ficción mejor dicho) más rico, diverso y sorprendente que la española. La enésima muestra de ello es esta metaficción documental en la que Lola Herrera, tras las bambalinas de ‘Cinco horas con Mario’, discute con su ex marido sobre su matrimonio y su vida. Filmada a través de una pared de cristal, cual Gran Hermano, y sin conocer nunca cuánto había de realidad ficcionada en sus palabras, ‘Función de noche’ es una brutal y sincera obra sobre el amor y la vida, el sexo, la juventud y la vejez.

Quién no sepa qué José Luis Garci es un fan acérrimo del cine clásico americano es que nunca ha puesto la televisión. Sin embargo, el cineasta madrileño nunca dio más en el clavo que con esta relectura del clásico relato detectivesco bogartiano. Un Alfredo Landa irrepetible y un Madrid nocturno inolvidable componen esta película cuyo único problema es que te da ganas de beber whisky solo y fumar puros en bares a punto de cerrar.

Icono absoluto del cine quinqui junto a ‘La estanquera de Vallecas’ y su secuela, originalmente llamada ‘El pico 2’, la cinta de Eloy de la Iglesia es el mejor paradigma de cambio del cine español en los ochenta, pero también de la oscura ola de drogadicción y violencia que asoló a la juventud de la época. No contento con eso, también consigue crear su trama a través de una ETA que, perdida la excusa de luchar contra una dictadura, sería el gran coco de la sociedad española.

Decíamos antes que ‘El sur’ solo es la mitad de lo que se supone que iba a ser. De hecho, la película acaba antes de que los protagonistas vayan del norte al sur. La mitad de la película tuvo tanto éxito que Querejeta decidió cortar el grifo y Víctor Erice, bueno, no volvió a dirigir un largometraje de ficción. Pero hasta en medio de tal accidente, el resultado es un sublime retrato de atmósferas y personajes, contando como en ‘El espíritu de la colmena’ con otra niña (nada menos que Icíar Bollaín) despertando a la vida, y a los secretos de los mayores.

Llegó Almodóvar y, aunque podría haber aparecido antes con sus gamberrísimas comedias iniciales, quizás fue en esta cinta donde aunó mejor que nunca su revolucionaria personalidad con unos personajes y entornos dramáticos efectivos y creíbles. Sí, aquí hay mucho esperpento y magia pero esos hallazgos entre medias, como matar con el hueso del jamón, es dónde se condensa la magia del genio manchego.

No sabemos si Richard Linklater había visto ‘Tasio’ antes de idear ‘Boyhood’ pero sí que, si la ha visto, seguro que le encanta. ‘Tasio’ es el retrato de una vida, una vida plena y sencilla, con amor, libertad, drama, dificultades, amistad y felicidad. ‘Tasio’ es una de esas películas que te llena el estómago, te acaricia el alma y te devuelve la fe (en el cine al menos).

Otro de esos títulos que si llega a faltar en esta lista podríais denunciar este artículo al Tribunal Supremo de las Naciones Unidas. Por supuesto que la perfecta adaptación de Camus de la novela de Miguel Delibes iba a estar aquí. Por supuesto que no nos hemos olvidado de Paco Rabal y Alfredo Landa, de Juan Diego y Terele Pávez, de una historia capaz de condensar en la relación de poder entre dos familias la cruda realidad del mundo.

Aquellos que rabian por el (imaginario) exceso de películas sobre la Guerra Civil en el cine español deberían tenerle mucha tirria a esta magistral comedia de Berlanga, básicamente porque demostró al país que ya se podía hablar del conflicto como te diera la gana sin más pistolas apuntándote que las que pusieras en la película. El resultado, alejado de partidismos y bandos, es una sátira mordaz y divertida sobre una guerra fratricida y sin sentido, tan absurda que, con talento, es hasta graciosa.

Como el resto de la obra de Regueiro, película capital e injustamente olvidada que enfrentó nada menos que a Fernando Rey y Francisco Rabal, los dos actores más internacionales de nuestro cine clásico. Entre medias se sitúa una joven Victoria Abril como tentación y provoca habladurías de dos hombres, uno de ellos cardenal. El resultado es un conjunto que hubiesen firmado orgullosos el mejor Carlos Saura y el mejor Luis Buñuel.

Villaronga debutó con este escandaloso y sobrecogedor thriller que, por particular, llega a parecer casi fantástico. Una especie de giallo español con una gran Marisa Paredes en su primera mitad, flashbacks nazis (muy nazis), sangre, métodos de tortura la mar de imaginativos y valiente provocación, que roza muchos límites para surfear sobre ellos, sin salirse, de manera triunfante.

Basada en una novela de Fernando Fernán Gómez, con guion de Fernando Fernán Gómez, dirigida por Fernando Fernán Gómez y protagonizada por Fernando Fernán Gómez, no es de extrañar que esta historia hable sobre la infancia del legendario actor y cineasta Fernando Fernán Gómez... Sobre unos primeros años marcados por la actuación itinerante, el hambre de los cómicos y la llegada de un cine que lo cambió, poco a poco, todo. Lo único que podría mejor esta película es, ya lo habréis adivinado, todavía más Fernando Fernán Gómez, que nunca es suficiente. Y si no opinas lo mismo pues... ¡Váyase usted a la mie...!

Guion de Azcona a partir de una obra de Wenceslao Fernández Flórez, Cuerda ya avanzaba el surrealismo rural del que haría gala en su película más conocida (salten dos puestos adelante). Un fantasma en busca de compañía, un pocero o una trabajadora niña son algunos de los habitantes de este disparatado bosque, la base de una película creada entre encuentros, visitas y momentos capaces de aunar pura magia, humor y crítica social.

El primer hit internacional de Pedro Almodóvar sigue siendo, para muchos, su mejor película a día de hoy. Probablemente sí que sea la cinta con la que mejor condensar los rasgos más identificables de su cine. Una ristra de personajes femeninos imprescindibles y disparatadamente creíbles, pasión y desengaño amoroso, un particular sentido del humor y la dosis justa de crimen y tensión para que todo se dispare hasta el infinito del entretenimiento. Una de esas cintas para ver una y otra vez, en la que mil piezas geniales funcionan al unísono de un conjunto magistral.

Poco podemos decir de una comedia que tiene hasta una religión. Nosotros también somos amanecistas, adoramos a Faulkner y tenemos muy claro que somos contingentes pero que Cuerda era y es necesario. Aunque su anterior (y primera película) era una adaptación firmada por Rafael Azcona, esta mítica e irrepetible historia es un guion en solitario de José Luis Cuerda.

Quizás en esta lista falta erotismo y esperamos empezar a compensarlo, un poco, con ‘Amantes’. Pero este clásico de Vicente Aranda protagonizado por Jorge Sanz, Victoria Abril y Maribel Verdú tiene mucho más que imaginativas escenas de sexo, también es una historia trágica, bella y sorprendente, con uno de esos finales insuperables y redondos.

Víctor Erice filmó a Antonio López intentando pintar el membrillo de su patio, una tarea que nunca lograba porque tardaba más de lo que el árbol resistía con sus frutos cada verano. Pintor y cineasta entran así en una comunión sobre el reto del arte, el proceso del trabajo como vida y la observación de las pequeñas cosas que pasan entre medias de perseguir esa “próxima gran obra”. Una lección apabullantemente simple, que no sencilla, de cosas grandiosas.

Tres generaciones de dos familias vecinas vascas nos llevan desde las Guerras Carlistas hasta la Guerra Civil, dejándonos para el recuerdo varios amoríos tan imposibles que acaban siendo posibles, traiciones y pura belleza rural con toques, de nuevo, fantásticos. Una película realmente personal con la que se dio a conocer Julio Medem y en la que brillan, además de un omnipresente Carmelo Gómez, Emma Suárez y Ana Torrent.

Aunque Garci trajo el primer Oscar para España con ‘Volver a empezar’ en 1982, parece que no fue hasta este clásico de Fernando Trueba en 1992 cuando el cine español acabó de gritarle al mundo, hasta Hollywood, que ya era libre y más que interesante. Fernando Fernán Gómez, Jorge Sanz, Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Miriam Díaz Aroca, Gabino Diego, Agustín González, Chus Lampreave o María Galiana son algunos de los nombres de uno de los mejores repartos de la historia de nuestro país, intérpretes capaces de hacer justicia a otro magistral guion de Rafael Azcona sobre un desertor entre tentadoras jovencitas.

España, por razones obvias, siempre ha ido un poco tarde en cuanto a tendencias cinematográficas, pero Álex de la Iglesia pareció juntar lo mejor del cine de los ochenta y de los 90 en Hollywood para crear este clásico de terror esperpéntico en el que un cura y un Heavy tienen que detener la llegada del anticristo en la Navidad madrileña. Un Imprescindible.

Aunque sus tres partes datan de mucho más atrás, hemos decidido incluir ‘Acariño Galaico’, ‘Fuego en Castilla’ y la sublime ‘Aguaespejo granadino’ en su formato conjunto, y de largometraje, estrenado décadas más tarde, en 1996. Val del Omar es todo un mito del cine arte, un adelantado a su tiempo que nos regaló, capturando varios rincones de nuestro país, los ejemplos más sublimes que podemos encontrar en el mundo de cine poesía (por llamarle algo), una experiencia visual y sonora que no tiene precedentes ni parecidos, aunque abunden los pretendidos herederos.

Cuenta la leyenda, al menos eso es para todo estudiante de audiovisuales que quiere convertirse en cineasta, que Amenábar logró, sin acabar la carrera y rodando en su propia facultad, cual trabajo de fin de carrera cutre, crear uno de los mejores thrillers de las últimas décadas. Pues bien, la leyenda es cierta pero ya os digo que nadie de mi promoción tuvo la misma suerte.

Descorazonador triángulo amoroso coronado por una música sublime de Eva Gancedo y un reparto que, aunque ha estado muchas veces muy bien nunca ha brillado más. Jordi Mollà, Maribel Verdú y Antonio Resines son tres almas rotas que se hacen mucho daño estando juntos a cambio de curarse la soledad. Más allá de una lección de amor, ‘La buena estrella’ es una clase magistral sobre la verdadera bondad.

Otra obra absolutamente indescriptible, Jose Luis Guerín partió de un metraje perdido para crear un falso found footage que paso de lo experimental al thriller sin olvidarse de nunca dejar de ser una home movie. Un auténtico tributo al cine como forma de expresión y de vida.

José Luis Garci adaptó a Benito Pérez Galdós en esta historia sobre un amargado pero carismático anciano aristócrata y la relación con sus nietas. De todo ello tenemos cosas buenas que decir pero nada comparado con los superlativos elogios que se merece la interpretación protagonista de Fernando Fernán Gómez. Puede que haya habido igual de buenos actores en la historia del cine mundial, pero no superiores y ‘El abuelo’ es su mejor trabajo.

Tremenda historia de amor a través de las décadas, casi como forma de vida de sus dos protagonistas, Fele Martínez y Najwa Nimri. Culmina, como su título avanza, en un círculo polar que sirve de base física, narrativa y metafórica de la mejor poesía cinematográfica de Medem.

Aunque su carrera comenzó en los años ochenta y ya la hemos nombrado en ‘Belle Epoque’, el debut de Benito Zambrano nos enamoró a todos del talento de María Galiana, eternizado por su eterno papel como la abuela materna de ‘Cuéntame’. Pero ‘Solas’ es mucho más que el germen de Herminia, es la alianza de madre e hija, en soledad y tristeza, en su lucha silenciosa por algo a lo que agarrarse, aunque sea un vecino viudo igual de solitario.

La primera película que le deparó un Oscar a Pedro Almodóvar y algo así como el inicio de esa segunda etapa, más madura y centrada en el melodrama puro y dramático. Pero es Almodóvar y por supuesto hay varios personajes excéntricos que consiguen hacernos partícipes de su dolor. Un torrente de emociones sobre el duelo y las relaciones maternofiliales que es uno de los mejores melodramas del cine en las últimas décadas.

Terminamos la presencia de José Luis Cuerda con una película que, a diferencia de ‘El bosque animado’, tiene poco de magia y surrealismo. Al menos a nuestros ojos, claro, porque las enseñanzas del profesor que encarna Fernán Gómez sí que lo son a ojos de sus alumnos. Todo un homenaje a la enseñanza, y a cómo una guerra es algo así como lo opuesto a la misma, con un final absolutamente desolador.

Antes que ‘Aquí no hay quien viva’, fue Álex de la Iglesia el que nos enseñó el verdadero terror de parar a vivir a una comunidad de vecinos la mar de particular. Eso sí, aquí encima es que hay cientos de millones de por medio. Un particularísimo relato de terror realmente divertido y tan disparatado que hasta resulta creíble.

El final del Barrio Chino de Barcelona le sirve a Guerín para filmar el cambio de una ciudad y de una sociedad con un relato que comienza como un documental y va encontrando increíbles personajes, unos que poco a poco se quedan sin su lugar en el mundo. Sin embargo, Guerín ve a estos obreros marxistas, prostitutas enamoradas y niños espabilados con tanta dignidad y cariño que el futuro, previsiblemente dramático, está lleno de esperanza.

¿Historia de amor? ¿de abuso? Bueno, quizás la belleza de este oscarizada historia de Almodóvar resida en su capacidad para navegar a ambos lados de los límites. Javier Cámara, absolutamente increíble, es el enfermero enamorado de su bella paciente en coma (Leonor Watling). Dario Grandinetti, Rosario Flores, Geraldine Chaplin, Ana Fernández, Cecilia Roth, Paz Vega, Marisa Paredes y Loles León completan y llenan de bellas historias, más o menos secundarias, uno de los relatos amoroso sexuales más atrevidos de Almodóvar.

Lamentablemente, el término parados, el desempleo, es más común en la realidad española que en el propio cine español. El cine de Aranoa, comprometido siempre con las clases trabajadoras, es una excepción. Y nunca ha estado mejor, quizás por el soberbio liderazgo de Luis Tosar y Javier Bardem, que en esta historia de obreros parados y sin mucha esperanza en su lucha por el más mínimo atisbo de dignidad.

Urbizu consiguió traer el relato masculino y heroico de westerns como ‘Centauros del desierto’ y ‘Raíces profundas’ a un pequeño piso madrileño. José Coronado encarna a este misterioso hombre que vuelve, tras muchos años fuera, a casa de su hermano para ayudarle en su adicción al juego, y también verse tentado de todo lo que este tiene en la figura de su mujer. Elegante, soberbiamente sutil y tremendamente delicada, los años la han ido poniendo en su sitio.

Coixet nos regaló la versión femenina y modernizada de algo muy similar a lo que nos contaba Kurosawa en su magistral ‘Ikiru’, la clarividencia con la que vemos nuestra vida una vez que conocemos nuestra muerte. Lo hizo con una producción hispano-canadiense, liderada por Sarah Polley. Pobre y con una situación familiar oscura, la vida de la protagonista comienza a tomar sentido precisamente tras un mal diagnóstico. En su reflexión melancólica hay varias enseñanzas de esas que marcan la vida a cualquier espectador.

Sombrío, terrorífico, atento y terriblemente preciso relato sobre la violencia de género, un término y un absoluto drama que esta cinta contribuyó a llevar a una primera plana social de la que esperamos que no lo muevan. Laia Marull y Luis Tosar bordan sus papeles en interpretaciones basadas en sus miradas, profundas, inmensas, dramática la de ella y heladora la de él.

Sí, desde ‘Tesis’ nos hemos saltado nada menos que ‘Abre los ojos’ y ‘Los otros’, pero solo nombrarlas demuestra la habilidad de Amenábar como director de género. Aquí, sin embargo, adaptó una dramática historia real, muy cercana, de la que logró mantener el profundo golpe emocional sin renunciar al humor y a la fantasía. En parte gracias, por supuesto, a Javier Bardem.

Carmen Maura y Penélope Cruz, probablemente las dos intérpretes más importantes en la carrera de Almodóvar, se reunieron en este extraordinario relato, a medio camino entre Madrid y un pueblo Manchego. De nuevo, una extraordinaria relación maternofilial se mezcla con un misterio deliciosamente folletinesco y una plantilla de secundarios (Chus Lampreave, Antonio de la Torre, Blanca Portillo, Lola Dueñas…) extraordinaria. Qué podemos decir, es la quinta presencia de Almodóvar en esta lista, y no es la última.

El Mejicano Guillermo del Toro devolvió a nuestro cine un poco de ese involuntario regalo que fue darle Buñuel al cine mejicano con dos películas del más alto nivel, ‘El espinazo del diablo’ y ‘El laberinto del fauno’. Del Toro se asomó hacia nuestra siempre polémica Guerra Civil con ojos nuevos, imaginativos. Una ensoñación infantil que, al contrario que en ‘El espíritu de la colmena’ o ‘La lengua de las mariposas’, fisicaliza la fantasía de la infancia. Todo a través de una inolvidable Ivana Vaquero y, bueno, los desplazados ojos de un monstruo inolvidable.

‘La leyenda del tiempo’ es otro ejemplo de como a veces es mejor hablar de cine de no ficción que de documental. Lacuesta parte de dos historias principales, la de un niño gitano que pierde el cante tras la muerte de su padre, y la de una japonesa que viene a la isla de Camarón para aprender algo que quizás no se puede enseñar. Mucho flamenco, mucha identidad pero sobre todo mucho fondo en una cinta que respira vida. Su secuela, centrada solo en Isra y su hermano, Entre dos aguas (2018), también es imprescindible.

Revolucionaria cinta de terror que asombró a los aficionados al género de todo el mundo. Pero más allá de su premisa de partir de una cámara de reportaje televisivo, la cinta de Balagueró y Plaza es mucho más que una idea original (no como ‘La bruja de Blair’ o ‘Paranormal Activity’, por nombrar fenómenos similares). Aunque puede que las secuelas hayan contribuido a rebajar la magia de la de saga, el paseo de pesadilla de Manuela Velasco por el edificio protagonista está lleno de grandes secuencias de terror, sustos medidos y un in crescendo que nunca suelta al espectador sin dejar de acelerar.

Otro hit instantáneo que no tardó en convertirse en uno de los mejores dramas carcelarios del cine mundial, un clásico ambientado en un motín con un policía novato como protagonista y un Malamadre (Luis Tosar) que ya es parte de la cultura popular. Una narración febril, violenta y absorbente, además de un reparto muy inspirado y un montaje de reloj suizo son algunas de las claves de una de esas películas que nunca cansa.

En los últimos años, la animación española ha conseguido, pese a su falta de medios, regalar varios clásicos al mundo. Uno de ellos, sin duda, es la jazzística historia de amor entre dos jóvenes y talentosos cubanos que nos regalaron Trueba, Errando y, sobre todo, Mariscal. Quizás nos debería venir a la cabeza antes que ‘La La Land’ más a menudo.

Seguimos con la animación pero cambiamos de tercio para recordar la inolvidable adaptación sobre la vejez, el Alzheimer y, no lo olvidemos, la amistad, que significó esta pequeña joya basada en el cómic de Paco Roca. Haría, por cierto, una buena sesión doble con la chilena ‘El agente topo’ (2020).

Diez años en el proceso, solo el desmedido y, por los pelos, previo éxito de ‘The Artist’, empañó esta bella obra muda que relee de manera hispana y torera el clásico cuento principesco de los Hermanos Grimm. Ahora estamos en la España de los años veinte y los enanos mineros son enanos toreros. Un disparate encantador con una preciosista estética gótica en blanco y negro y una Maribel Verdú dándolo todo como malvada madrastra que merece ser, y no solo parecer, un clásico.

El llamado “otro cine español” que explotó tras la crisis de 2008 nos regaló muchas obras únicas pero si hemos decidido quedarnos con esta cinta de Cavestany es por su reinvención de la comedia. ‘Gente en sitios’, como su propio nombre indica, es una serie de encuentros, que encarna un reparto extensísimo y conocido, de pequeños y cotidianos disparates.

Alberto Rodríguez se coronó con este thriller redondo comandado por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez. Además de la investigación de las jóvenes desaparecidas, destaca la atmósfera creada por el paisaje, las marismas del Guadalquivir, y la convivencia entre las ideas políticas de ambos detectives en plena transición.

Quizás sea ‘La soledad’ la película más representativa y reconocida de Jaime Rosales pero, si nos quedamos con esta historia protagonizada por Carlos Rodríguez y la revelación de Ingrid García Jonsson es porque el cine español se ha atrevido muy poco, casi nada, a capturar esa generación perdida de jóvenes que siguió a la crisis económica de 2008. Rosales lo logró con nota, adentrándose además en un realismo que liberó en parte la férrea puesta en escena de su cine. Que la mejor escena de la cinta la rodase nada menos que Torbe es debate para otro día.

Otra asombrosa muestra de que la animación española es tan buena como humilde. Alberto Vázquez y Pedro Rivero adaptaron el cómic del primero, o alargaron el corto ‘Birdboy’ (2010), un poco de las dos cosas, para crear esta historia de aire cyberpunk y postapocalíptico, con pájaros antropomorfos. El resultado es muy particular, una especie de cuento centrado en ‘Los niños perdidos’ de Peter Pan, pero con mucha más melancolía.

Rodada durante más de veinte años, Luis Aller tuvo la paciencia y la habilidad de gestar esta obra caleidoscópica que pretende capturar el devenir infinito de personas e historias en una ciudad como Barcelona. Un proyecto arriesgado, difícilmente imaginable, que logró con sobrado éxito.

Cuando creíamos que ya habíamos dicho todo lo que aquí debía entrar de Almodóvar llegó él mismo y decidió abrirse en canal como nunca para centrar, por primera vez directamente, una película en sí mismo. Antonio Banderas fue el encargado de transformarse en él, y Penélope Cruz y Julieta Serrano se salieron encarnando al eterno alter ego de su madre. Algo así como la ‘Fellini Ocho y medio’ (1963) del cine de Almodóvar, es una de sus mejores y más honestas películas.

Ganador del Goya al Mejor Documental y Mejor Montaje, Luis López Carrasco puso otra piedra de oro en la dorada historia del cine de no ficción español (del que esperamos que este listado de buena cuenta) con esta soberbia propuesta de reflexión política que, aunque nace de los altercados de Cartagena en 1992, cristaliza a través de las conversaciones contemporáneas de los diferentes clientes de un bar de Cartagena. Poco a poco, con clarividencia, naturalidad y exactitud, los relatos de cada uno de los participantes, siempre personas antes que personajes, van construyendo una profunda reflexión sobre el sentido de la lucha obrera y el deterioro de la misma. Además, su construcción a doble pantalla hace que los testimonios dialoguen unos con otros, convivan y se alimenten, que suenen, se sientan y se oigan como ese alboroto de bar en plena hora del almuerzo, cuando alguien pide silencio para oír la televisión mientras pide que suban el volumen. Solo que aquí lo que vemos es una asamblea regional que arde, y una Expo que se inaugura.

Ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín, acabando con una larga racha sin grandes victorias en los tres grandes festivales internacionales, ‘Alcarràs’ nos enorgullece por algo más que ser la confirmación del inmenso talento de Carla Simón. Por encima de su triunfo está lo que de verdad importa, una película sincera que nos ha hecho hablar de Bazin o de Ermanno Olmi y ‘El árbol de los Zuecos’. Perdonad, sabemos que esto no debe ir de citar referentes. Lo importante es que para contar esta historia de forzado cambio en una familia de payeses de la localidad que titula la película, Carla Simón consigue capturar un pedacito de existencia tras otra, narrar con asombrosa precisión la vida y el carácter de múltiples personajes, dotarles de espacio, de realidad, de dignidad. Es una película sutil, pero mucho más ambiciosa y difícil de concebir que su ya extraordinario debut, ‘Verano 1993’. ‘Alcarràs’ es un trozo de vida, uno que te hace recordar barbacoas familiares que nunca has tenido y echar de menos una tierra que nunca labraste. Es un pequeño milagro a celebrar este y muchos años más.